En la entrada de hoy nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Cómo comunicarse mejor?
Sobre ello se ha hablado mucho. No es extraño, pues la comunicación es la manera en la que nos relacionamos los seres vivos. Y como seres sociales que somos, es algo que necesitamos como el respirar.
Es un tema que ha preocupado a los seres humanos desde siempre. Ya en la antigua Grecia algunos de los más grandes pensadores reflexionaban…
“El que sabe pensar pero no sabe expresar lo que piensa, está en el mismo nivel del que no sabe pensar”, dejó dicho el pensador y político ateniense Pericles, en el siglo 5 a.C.
Lo que este influyente personaje de su época quería expresar es que pensar de forma clarividente, original y ajustada a la verdad es muy loable, pero sirve de muy poco si no somos capaces de conectar con el otro, propósito al fin y al cabo de una buena comunicación.
¿Cómo logramos esto? Con varias reglas básicas de comunicación, tres de ellas previas a tu intervención comunicativa con la otra persona:
- Escuchando de verdad: con tus cinco sentidos, sin pensar en tu respuesta, sino recogiendo objetiva y conscientemente la información que te transmite la otra persona.
- Siendo empáticos, tratando de ver las cosas desde la piel del otro, habilidad que por supuesto no es fácil de implementar, por mucho que se nos llene a muchos la boca hablando de ella.
- Evitando los prejuicios que condicionan nuestra forma de percibir al otro (o al menos siendo conscientes de que los tenemos).
Cabe preguntarse ahora las razones por las que en ocasiones no somos capaces de expresar lo que hemos pensado correctamente. Señalo las más frecuentes:
- Me falta vocabulario. Siento decirlo, pero encuentro en mi camino a muchas personas con una variedad de léxico pobre. Yo aconsejo lo que he oído siempre: debemos “alimentar” también nuestro intelecto y nuestro espíritu bebiendo de otras fuentes y eso se consigue sobretodo, leyendo.
- Soy desordenado o poco conciso. A mí me funciona mejor para “ocasiones importantes” y es escribir lo que vamos a decir o hacer con esquemas previos e incluso ensayar nuestra intervención.
- No modulo mi discurso frente al otro. Es decir no cuido la adaptación de mis ideas o formas (éstas son en ocasiones aun más importantes que las propias ideas), jerga, las motivaciones, intereses y situaciones concretas de la persona con la cual nos comunicamos.
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Imagen: O César o nada.