¿Qué entendemos por coherencia? Es la actitud lógica y consecuente con los principios y valores que se profesan.
¿Y qué significa la coherencia en las organizaciones? Una adecuación de los valores que se difunden y tratan de ponerse en valor, de tal manera que los integrantes de estas organizaciones vean un reflejo de ellos en las políticas, normas y procedimientos, y de una forma más concreta, traducida en los comportamientos de los trabajadores, con especial relevancia en el caso de los directivos y mandos intermedios.
Las empresas tienen una misión y unos objetivos. Según la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), “la misión de cualquier organización (con o sin ánimo de lucro) es prestar un conjunto de servicios a sus clientes, empleados, accionistas y producir un impacto positivo en el entorno en donde actúa. Además, esto ha de hacerlo obteniendo beneficios (económicos en un caso, sociales en otro), cuantos más mejor. Es decir, ha de ser eficaz prestando servicios y eficiente en la forma de prestarlos”. Por ello, podemos afirmar que si la empresa no asegura su supervivencia, generando beneficios para sus accionistas, unas buenas condiciones económicas y de beneficios sociales, la flexibilidad laboral, el desarrollo profesional, el buen ambiente que se pueda fomentar y todo lo que pueda atraer y fidelizar a los mejores profesionales, pasa a un segundo plano.
Reto y soluciones para los trabajadores
Cuando aceptamos trabajar por cuenta ajena debemos comprometernos con la empresa (nos “debemos” a las organizaciones en las que trabajamos), sudar la camiseta del equipo y adherirnos a las normas, procedimientos y valores que define la organización. Y estas normas y valores, como pasa en cualquier otro ámbito de la vida, es difícil que coincidan en un alto grado con los propios, por lo que tras un período inicial mutuo de conocimiento y adaptación, hemos de tomar una difícil decisión si esa coincidencia es escasa:
1. adaptarnos todo lo posible a esas normas, procedimientos y valores
2. expresar nuestra aportación y punto de vista para mejorarlos o cambiarlos
3. si las dos anteriores opciones no funcionan, plantearnos cambiar a otra organización, ya que como dicen en psicología “el que no actúa como piensa, acaba pensando como actúa”.
El enfoque «humanista» de las organizaciones: ¿real o mentira?
Hoy vivimos un enfoque muy marketiniano de una filosofía con un enfoque “humanista”, en el que los departamentos de Comunicación, RR.HH. y las redes sociales, voceamos con demasiada frecuencia la importancia de dar prioridad a las personas, las estrategias, los objetivos, las políticas y las tareas del día a día las ponemos en marcha las personas, ya que sin ellas no se puede conseguir lo demás.
Hay directivos y responsables de empresas que “aterrizan” y particularizan los mensajes emitidos a sus clientes externos, internos, proveedores y sociedad en general: algunos lo harán con una fuerte ética personal y otros, sin embargo, se aprovecharán de su poder jerárquico en su propio beneficio o se amoldarán a lo políticamente correcto e incluso a la moda. Jack Welch, el famoso CEO de General Electric, nominado como Manager del siglo XX, y a pesar de haber tomado decisiones duras y poco populares, no admitía la incoherencia en su equipo directivo: se dice que en más de una ocasión prescindió de directivos con resultados extraordinarios, pero que no ejemplificaban los valores de GE.
El dilema es complejo: equilibrar el alcance de los resultados cualitativos y cuantitativos con la autenticidad y un cuidado genuino hacia los trabajadores y las necesidades de los clientes externos. La prueba de fuego se manifiesta cuando debemos tomar decisiones que bordean un territorio ambiguo o que puedan señalarnos como directivos “débiles” en el rol que la empresa nos ha otorgado.
La coherencia en las organizaciones, ¿de quién depende?
La coherencia está muy unida a la integridad. El escritor norteamericano Jim Stovall, acuñó esta frase, que desde mi punto de vista resume bastante de lo que estamos hablando: “ser íntegro es hacer aquello que consideras correcto sin necesidad de tener espectadores”.
Hace muchos años, uno de mis primeros jefes, el gran José María Cardona Labarga, nos preguntaba al equipo de colaboradores lo siguiente: “si apretando un botón tuvieras la posibilidad de llevarte un millón de pesetas (sabiendo que estás matando a una persona del tercer mundo y nadie se va a enterar de lo que hagas), ¿cuántas veces le darías al botón?”
En un debate radiofónico que escuché recientemente se planteaba una pregunta clave: “¿qué eliges: la justicia o la paz?”. Todos tenemos nuestros puntos de incoherencia, pero al final la coherencia de las organizaciones es el resultado de la coherencia que mostramos los trabajadores de cada una de ellas.