Los equipos de personas ponen de manifiesto la complejidad de la naturaleza humana. Cada persona es un mundo y es frecuente que haya diferencias entre esos mundos. Por ello, una correcta gestión y dirección de todos ellos, bajo un objetivo común, es esencial para su máximo rendimiento. Pero esta dirección, como veremos, no resulta siempre sencilla. ¿Cuál es la fórmula para que sea idónea?
El gran Peter Drucker decía que sólo había tres cosas que se producen de forma natural en las organizaciones: las fricciones entre algunos de sus miembros, la confusión y el bajo rendimiento. Ante este panorama complejo, de choques y de tendencia a la desorganización, se necesita orden. Por ello, añadía: “Todo lo demás requiere de liderazgo”.
No obstante, liderar personas no es sencillo. ¿Quién no ha escuchado afirmar a profesionales que acaban de promocionar a posiciones superiores que lo que consideran más difícil entre sus múltiples responsabilidades es la gestión de las personas y de los equipos?
Dirigir de forma asertiva y motivadora, requiere de habilidades que se pueden desarrollar y perfeccionar. Hay una gran diferencia entre decir “haz esto” a decir “hagámoslo”, puesto que a todos nos gusta sentirnos partes integrantes y valoradas de un proyecto.
Dirigir es una habilidad fundamental y para ello un aspecto clave es identificar y aprovechar las fortalezas de cada profesional. Todos tenemos puntos fuertes en los que apoyarnos; pongamos el foco en ellos.
Otros artículos de temas relaccionados que pueden interesarte: